Palestinos, activistas israelíes e internacionales se reunen cada viernes desde octubre de 2006 en un pueblecito situado al sur de Betlehem llamado Al-Massara, para reclamar la caida del Muro que los
separa no solo de Jerusalén, sino también de sus tierras.
La manifestación no violenta comienza a las doce de la mañana en el centro cultural de la aldea y los manifestantes congregados oscilan entre cincuenta y trescientas personas dependiendo de la epoca del año.
La escena se repite cada semana de la misma manera: El grupo entero comienza su marcha mientras repite cánticos que exhortan la caída del muro: “El muro tiene que caer: como en Berlín también en Al-Massara’’. Hasta que los manifestantes –desarmados- se encuentran cara a cara con los soldados y estos empiezan a lanzar granadas de sonido y gas lacrimógeno. Deshaciendo así de forma violenta la manifestación pacífica y provocando numerosas lesiones a los congregados.
Hasta la fecha no ha habido ninguna muerte que lamentar como sí ha sucedido en otras localidades palestinas donde también se celebran marchas pacificas. La última tubo lugar en Nabi Saleh el viernes pasado y Mustafa Tamimi de 28 años murió por el disparo directo de un soldado. A pesar de no contar con ninguna víctima mortal, la gran mayoría de los habitantes del pueblo sufren lesiones auditivas debido a las granadas de sonido y, el impacto de las granadas lacrimógenas sobre su cuerpo les ha causado heridas considerables.
Mahmoud Zwahra, alcalde de la localidad y presidente del Comité Popular de Al-Massara, nos cuenta como empezo todo : “En cuanto empezamos a ver la construcción del Muro nos pusimos en contacto con otros pueblos que tienen experiencia en manifestaciones pacíficas como es el caso de Nabi Saleh o Bi’lin y también entramos a formar parte del movimiento de Comites Populares con la idea de luchar contra esta ocupación de forma no violenta y unidos’’ y añade: “Mantenemos nuestra idea de no violencia e intentamos llegar a todas las sociedades tanto dentro de Palestina como fuera. No tenemos ideales políticos porque no se trata de eso, se trata de gente que vive bajo una ocupación y quiere vivir fuera de ésta y en paz”.
Los habitantes de Al-Massara llevan casi seis años luchando pacíficamente contra demoliciones, desalojos, confiscación de acuíferos y destrucción de campos de cultivo de forma sistemática.
Casi el 90% de las casas se encuentran bajo una orden de demolición dictada por las autoridades israelís y durante los últimos tres años, el asentamiento Gush Etzion se ha ido expandiendo y ahora ocupa más 700 hectáreas -de propiedad palestina- y está habitado por 10.000 personas.
Hasta la construcción del muro, Al-Massara contaba con 1000 hectáreas. A día de hoy 350 hectáreas han sido aisladas tras una enorme pared de cemento gris situada a 12 kilómetros de la conocida línea verde -demarcación establecida en el armisticio entre palestinos e israelís en 1949- y los campesinos no tienen permiso para acceder a sus tierras de cultivo; A pesar de que la Corte Internacional de Justicia dictaminó en 2004 que el muro era ilegal y que el propio acuerdo de 1949 establecía que dicha línea verde “no debe ser considerada de ningún modo como una frontera política o territorial”.
La situacion de Al-Massara es crítica y el pueblo intenta resistir de diversas maneras. Además de la manifestación semanal, también se desarrollan dentro del pueblo diversas actividades en pro de la resistencia pacífica como la plantación constante de nuevos olivos o la recogida de la aceituna entre el 15 de octubre y el 15 de noviembre.
Zwahra se muestra orgulloso ante los pasos logrados durante todos estos años de resistencia: “Cada vez encontramos más gente dispuesta a resistir y a participar. No buscamos una victoria física a través de la destrucción del muro, buscamos una victoria oral dentro de la conciencia de la gente’’.
Los residentes de este pueblo situado al sur de Betlehem también tienen que enfrentarse, al igual q sucede en las localidades de Nabi Saleh, Bil’in o Al Walaja, al asalto y humillación constante y sistematicó de los soldados israelíes.
Según nos cuenta Mahmoud Zwahra, “Los soldados nos conocen perfectamente y nosotros los conocemos a ellos también. Entran en nuestras casas, nos arrestan, tenemos que pagar grandes cantidades de dinero para ser liberados, hacen fotos a nuestros hijos pequeños para tenerlos controlados, nos llaman por teléfono amenazandonos de muerte a nosotros y a nuestra familia…’’
Terminaba así Zwahra la entrevista concedida para la AIC: “Esta gente: los soldados, los colonos y los que viven en eso que llaman Israel están ciegos y viven en una cueva. Nunca serán capaces de ocupar nuestra mente y nunca sabrán qué significa la libertad y la vida palestina”.
A pesar de todas estas violaciones de los derechos humanos que se comenten en el pueblo y el alto nivel de violencia y amenazas que existe, el próximo viernes los habitantes de Al-Massara junto con activistas israelíes e internacionales volverán a manifestarse como cada semana y lo seguirán haciendo hasta que la ocupación y el muro desaparezcan.
separa no solo de Jerusalén, sino también de sus tierras.
La manifestación no violenta comienza a las doce de la mañana en el centro cultural de la aldea y los manifestantes congregados oscilan entre cincuenta y trescientas personas dependiendo de la epoca del año.
La escena se repite cada semana de la misma manera: El grupo entero comienza su marcha mientras repite cánticos que exhortan la caída del muro: “El muro tiene que caer: como en Berlín también en Al-Massara’’. Hasta que los manifestantes –desarmados- se encuentran cara a cara con los soldados y estos empiezan a lanzar granadas de sonido y gas lacrimógeno. Deshaciendo así de forma violenta la manifestación pacífica y provocando numerosas lesiones a los congregados.
Hasta la fecha no ha habido ninguna muerte que lamentar como sí ha sucedido en otras localidades palestinas donde también se celebran marchas pacificas. La última tubo lugar en Nabi Saleh el viernes pasado y Mustafa Tamimi de 28 años murió por el disparo directo de un soldado. A pesar de no contar con ninguna víctima mortal, la gran mayoría de los habitantes del pueblo sufren lesiones auditivas debido a las granadas de sonido y, el impacto de las granadas lacrimógenas sobre su cuerpo les ha causado heridas considerables.
Mahmoud Zwahra, alcalde de la localidad y presidente del Comité Popular de Al-Massara, nos cuenta como empezo todo : “En cuanto empezamos a ver la construcción del Muro nos pusimos en contacto con otros pueblos que tienen experiencia en manifestaciones pacíficas como es el caso de Nabi Saleh o Bi’lin y también entramos a formar parte del movimiento de Comites Populares con la idea de luchar contra esta ocupación de forma no violenta y unidos’’ y añade: “Mantenemos nuestra idea de no violencia e intentamos llegar a todas las sociedades tanto dentro de Palestina como fuera. No tenemos ideales políticos porque no se trata de eso, se trata de gente que vive bajo una ocupación y quiere vivir fuera de ésta y en paz”.
Los habitantes de Al-Massara llevan casi seis años luchando pacíficamente contra demoliciones, desalojos, confiscación de acuíferos y destrucción de campos de cultivo de forma sistemática.
Casi el 90% de las casas se encuentran bajo una orden de demolición dictada por las autoridades israelís y durante los últimos tres años, el asentamiento Gush Etzion se ha ido expandiendo y ahora ocupa más 700 hectáreas -de propiedad palestina- y está habitado por 10.000 personas.
Hasta la construcción del muro, Al-Massara contaba con 1000 hectáreas. A día de hoy 350 hectáreas han sido aisladas tras una enorme pared de cemento gris situada a 12 kilómetros de la conocida línea verde -demarcación establecida en el armisticio entre palestinos e israelís en 1949- y los campesinos no tienen permiso para acceder a sus tierras de cultivo; A pesar de que la Corte Internacional de Justicia dictaminó en 2004 que el muro era ilegal y que el propio acuerdo de 1949 establecía que dicha línea verde “no debe ser considerada de ningún modo como una frontera política o territorial”.
La situacion de Al-Massara es crítica y el pueblo intenta resistir de diversas maneras. Además de la manifestación semanal, también se desarrollan dentro del pueblo diversas actividades en pro de la resistencia pacífica como la plantación constante de nuevos olivos o la recogida de la aceituna entre el 15 de octubre y el 15 de noviembre.
Zwahra se muestra orgulloso ante los pasos logrados durante todos estos años de resistencia: “Cada vez encontramos más gente dispuesta a resistir y a participar. No buscamos una victoria física a través de la destrucción del muro, buscamos una victoria oral dentro de la conciencia de la gente’’.
Los residentes de este pueblo situado al sur de Betlehem también tienen que enfrentarse, al igual q sucede en las localidades de Nabi Saleh, Bil’in o Al Walaja, al asalto y humillación constante y sistematicó de los soldados israelíes.
Según nos cuenta Mahmoud Zwahra, “Los soldados nos conocen perfectamente y nosotros los conocemos a ellos también. Entran en nuestras casas, nos arrestan, tenemos que pagar grandes cantidades de dinero para ser liberados, hacen fotos a nuestros hijos pequeños para tenerlos controlados, nos llaman por teléfono amenazandonos de muerte a nosotros y a nuestra familia…’’
Terminaba así Zwahra la entrevista concedida para la AIC: “Esta gente: los soldados, los colonos y los que viven en eso que llaman Israel están ciegos y viven en una cueva. Nunca serán capaces de ocupar nuestra mente y nunca sabrán qué significa la libertad y la vida palestina”.
A pesar de todas estas violaciones de los derechos humanos que se comenten en el pueblo y el alto nivel de violencia y amenazas que existe, el próximo viernes los habitantes de Al-Massara junto con activistas israelíes e internacionales volverán a manifestarse como cada semana y lo seguirán haciendo hasta que la ocupación y el muro desaparezcan.