Es el único festival de cine en todo el mundo árabe
producido exclusivamente por mujeres, pero esto ya no supone ninguna
novedad. Con esta nueva edición, el Festival de Cine de Mujeres
Shashat de Palestina cumple siete años de vida; casi una década de
existencia durante la cual se ha luchado por promover el debate
acerca del papel de la mujer en Oriente Medio. “I am a woman from
Palestine” (“Soy una mujer de Palestina”) es un proyecto que
nació en el año 2005 de la mano de la Unión Europea y que,
rápidamente y sin apenas trabas, encontró su hueco en el espacio
cultural palestino gracias a la colaboración de la ONG local
Shashat.
Alia Arasoughly, directora general de Shashat, es la
encargada de capitanear este proyecto. Explica que la supervivencia
año tras año de este evento significa mucho dentro del desarrollo
de Palestina. Para ella la intersección entre cultura y desarrollo
constituye un elemento de vital importancia ya que “la cultura
conforma la identidad personal y las personas son la fuerza motriz
para el desarrollo”. “Este proyecto es un esfuerzo más dentro de
nuestra intervención cultural”, añade antes de concluir.
Desde el 24 de septiembre, trece ciudades palestinas en
cooperación con ocho universidades y diez organizaciones, acogen las
proyecciones de las diferentes piezas realizadas por cuatro
directoras palestinas: cuatro jóvenes henchidas de talento y arrojo,
que no vacilaron un instante cuando se les propuso participar en este
proyecto. Dara Khader es una de las directoras que colabora en el
evento. Es originaria de Yenín y, aunque solo tiene 21 años, su
visión de la coyuntura palestina denota juicio y sensibilidad.
Aunque los estudios que llevó a cabo distan mucho del mundo del cine
(se licenció en Ingeniería Civil), siempre sintió inquietud por el
séptimo arte y su poder para hacer llegar mensajes a la humanidad:
“Empecé a hacer películas cuando estaba en el colegio, y desde mi
primer año de universidad quise involucrarme más y comencé a
participar en festivales”.
“It’s a tough life” (“Es una vida dura”) es
su aportación en forma de cortometraje al festival. Narra la
historia de una joven recién graduada que tiene que luchar contra la
frustración de verse obligada a subsistir a base de trabajos
precarios. Khader explica abiertamente que siempre ha estado
interesada en contar cómo funciona la sociedad palestina: “En
realidad hay ciertos temas que no me atrevo a tratar por respeto a la
gente de aquí y su forma de pensar. Supongo que podrán tratarse
algún día, pero ahora no es el momento”, aclara con gesto amargo.
Cuando le sugirieron participar en el festival aceptó sin titubeos a
pesar de que se encontraba en el último año de carrera y proyectos
y exámenes le desbordaban: “Aquí en Palestina no tenemos muchas
oportunidades, así que no podía desaprovechar ésta”.
Exponer los problemas a los que las mujeres palestinas
se enfrentan, someterlos a discusión y acabar con algunos prejuicios
y convencionalismos son algunos de los objetivos principales del
festival. Dara comenta que esfuerzos como estos suponen grandes
avances dentro del mundo árabe y que hay que dotarlos de la mayor
difusión prosible: “La mujer en Palestina sigue aplastada por
ciertas tradiciones que no permiten que se crea en su aportación a
la sociedad. Claramente hay que poner fin a algunas reglas”.
Laila Abbas es otra de las directoras que quisieron
aportar su visión del asunto participando en el festival. Tiene 32
años y aunque es oriunda de Nablús, lleva desde los 12 viviendo en
Ramala. Su pieza “5 cups and a cup” (“5 tazas y una taza”)
muestra a un grupo de mujeres feministas palestinas que quieren
entrevistarse con el presidente Mahmoud Abbas para hacerle llegar
algunas propuestas que pretenden cambiar ciertas leyes. En una
atmósfera colmada de humo, café y comentarios sarcásticos, Laila
expone su crítica a las leyes palestinas de estatus personal.
Abbas, sin embargo, es de la opinión de que se están
consiguiendo grandes cambios en la sociedad palestina, muchos de los
cuales afectan a la mujer: “Las mujeres aquí han cambiado mucho
durante los últimos cien años. Si me comparo a mí misma con mi
abuela, que era analfabeta y se casó a los 14 años, puedo decir con
total seguridad que hemos avanzado. Yo estoy haciendo mi segundo
máster en Londres, tengo 32 años y nadie me está presionando para
que me case”.
En cuanto al tema que concierne a las leyes, Laila no
tiene la misma sensación de progreso. “Si nos comparamos con otros
países, obviamente podemos apreciar que tenemos un largo camino por
recorrer, pero por eso yo elijo hablar en mi película sobre leyes:
para que la gente sepa cómo funcionan y cómo les afectan en su
vida”. Añade que gracias a la proyección de estas películas se
están propiciando debates interesantes que cree agitarán
conciencias. “Especialmente en las universidades se están
originando muchas discusiones acerca de este asunto. Muchas mujeres
no saben cómo las leyes afectan a su vida. Yo puedo vivir mi vida
ignorando las leyes, pero si tengo que enfrentarme a un problema como
el divorcio o la pensión alimenticia me daré cuenta de que las
leyes son muy injustas para mí”, explica con gesto indignado.
Laila aclara que ella siente una gran admiración por
la mujer palestina, “porque es una mujer fuerte y luchadora”,
pero que esto no excluye el hecho de que “las mujeres en nuestro
país deberían empezar a moverse sin demora para alcanzar su estatus
completo de ser humano y ciudadana”. “No es necesario esperar a
que llegue un problema para empezar a quejarnos de las leyes que
tenemos”, declara con gran exaltación Laila. “Vamos a
informarnos ahora y a actuar ahora”, dice para concluir.
“Acrid and honey” (“Amargura y miel”) de Lana
Hijazi y “The fig and the olive” (“El higo y la oliva”) de
Georgina Asfour son las otras dos obras que hasta el día 15 de
diciembre podrán visionarse en centros culturales de 13 ciudades
palestinas: espacios donde todos aquellos que quieran zambullirse en
el debate y la reflexión acerca del estatus de la mujer palestina en
la actualidad, tendrán la oportunidad de hacerlo gracias a “I am
woman from Palestine”, un festival que lleva siete años luchando
por los derechos de la mujer, y que promete seguir haciéndolo
durante muchos más.
Purificación Salgado & Raquel Rivas / Ramala